martes, 10 de diciembre de 2013

No rompas el silencio si no es para mejorarlo

Al igual que ocurre con el sonido, y pensándolo bien con todo en la vida en general, qué difícil es crear algo cuando impera su opuesto. En este caso, publicar algo cuando lo normal es no hacerlo. Hablar, cuando todo está en silencio. Discrepar en un mundo sumiso.

Esto me recuerda un poco a cuando se dejan desiertos los premios, para mejorar su nivel. Puede que a este respecto haya opiniones encontradas, pero no viene al caso que me pronuncie. Pero no es éste el caso, aquí debo ser libre y no debo autoencarcelarme en la busca de una supuesta calidad. 

Es un aprecio grande el que le tengo a este blog, después de tantos años. No lo aparenta por sus cambios de imagen, y porque también he lavado muchas veces su contenido, hasta dejarlo en lo esencial, y así han desaparecido cientos y cientos de palabras y frases que en su momento decían algo, pero con el paso del tiempo habían perdido su lugar aquí.

Hace dos meses decidí darle un impulso, renovar mi ilusión para evitar que este lugar se apagase. No creo que haya fracasado, podría haberlo hecho mejor, pero ha salido así. En el fondo, a pesar de no haber escrito objetivamente mucho (4 entradas) es tanto como lo que conservo del 2010, y más que lo del 2011. No es una justificación, porque en esos años seguro publiqué muchas más cosas, pero a judgar por el resultado de la purga, no debieron de ser entradas con un contenido muy interesante, probablemente vídeos u otros contenidos sin apenas comentarios.

Esto no es un mea culpa, por lo menos no lo es total, si acaso parcial. Simplemente me apetecía escribir un rato para que así, la próxima vez que me enfrente a la pantalla en blanco no tenga la presión de necesitar teclear algo como El Quijote, símplemente liberar palabras capaces de romper el silencio.

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