martes, 31 de diciembre de 2013

13, mal número si no crece

Esto se acaba, para bien o para mal el tiempo continúa su curso imperturbable. Si bien, hay que admitir que esto del año nuevo es algo muy subjetivo, pues no olvidemos que el tiempo no deja de ser relativo, como ya dijo Einstein en su momento.

Tengamos en cuenta, desviándonos de los clásicos comentarios de fin de año, la imperfección de nuestro calendario, del cual tenemos que agradecer o culpar al Papa Gregorio XIII, que modificó el Calendario Juliano anterior en 1852. Esto se produjo porque, debido a unos minutos de error en el cálculo de la duración de aun año, se había acumulado a lo largo de cientos de años un desfase de unos 10 días entre la fecha del calendario y los hechos astronómicos. En concreto, el detonante fue que el equinoccio de primavera, que tomaban de referencia para situar la pascua, se había adelantando desde 21 de marzo, en 325 (cuando se adoptó de referencia), hasta el 11 de marzo aquel año. Los romanos habían echado cuentas en época de Julio César, pero se pasaron 11 minutos. Ahora sabemos que los años duran un poco menos de los 365 días y 6 horas, y esos 11 minutos fueron los que al pasar los años provocaron ese desfase de 10 días. La corrección que supuso el calendario gregoriano sobre el sistema de años bisitestos (de 366 días) fue la supresión de los múltiplos de 100 (años seculares), a excepción de los múltiplos de 400, que siguen siendo bisiestos. Tras esta reforma, quedan unos segundos que provocan otro desfase de un día cada 3300 años, pero es un mal menor que nuestros descendientes tendrán que tener en cuenta en el año 5152, y acordarse de añadirle un día.

En la wikipedia podéis encontrar más (y mejor información), incluído su proceso de implantación, con anécdotas como la de parte de los Países Bajos, que pasaron del viernes 21 de diciembre de 1852 al sábado 1 de enero de 1853, con lo que no tuvieron navidades ese año. Esto nos puede hacer reflexionar sobre lo relativos que son los calendarios, la medida del tiempo.

El minuto 00:01 del 2014 será subjetivamente mejor que el anterior de las 23:59 del anterior 2013, pero será sólo si así deseamos que sea. El año nuevo no deja de ser una frontera mental, un marco conceptual, una barrera. Y el tiempo no tiene límites, sólo nuestra mente es capaz de crearlos.

Pero en cierta medida, compartimentar el tiempo, creando para él inicios y finales, nos ayuda a renacer, a hacer tabula rasa, a poner una línea de salida, y en el fondo es eso lo que nos hace celebrarlo. Es un momento para hacer balance y crear espectativas, para romper con las ataduras mentales anteriores y crear un nuevo "yo" mejor cada año. En cierta medida el año nuevo nos anima a ser mejores, y no hay nada más humano.

Pero, por qué el 1 de enero. Quiero decir, es obvio que es el primer día del primer mes del año, pero decidir si el primer día del año es mañana, el mes que viene, o en agosto no deja de ser algo arbitrario. De hecho, para los romanos, enero era el undécimo mes, no el primero, y el año comenzaba el 1 de marzo. Esto también puede explicar por qué febrero es el mes cojo, sencillamente era el último. Una serie de avatares históricos, y la necesidad de relacionar hechos astronómicos con festividades religiosas o hechos políticos han ido variando nuestro concepto del año hasta devenir en nuestro calendario actual.

La medida del tiempo no deja de ser algo conceptual, necesario, pero todo está en nuestra mente. Al igual que la energía, que ni se crea ni se destruye,el año 2013 no acaba, no desaparece, se transforma en el 2014.

Feliz año nuevo, que cada año que creamos sea mejor que el anterior.

Si quieres saber más...:
Calendario gregoriano: http://es.wikipedia.org/wiki/Calendario_gregoriano
Año Nuevo: http://es.wikipedia.org/wiki/A%C3%B1o_Nuevo
Calendario Juliano: http://es.wikipedia.org/wiki/Calendario_juliano

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